Mi confrontación con la docencia

Mi labor docente inició en el año de 2009, cuando por suerte se me presentó la oportunidad de ingresar como profesora de primer año de preescolar en un CAIC del DIF Municipal, en ese momento sólo contaba con un año de auxiliar de educadora y un año de enfermera general; por lo tanto mi práctica docente inició de forma empírica.                                                                                              

Inicié con cierto temor, pues se me hacía muy difícil tratar con niños tan pequeños, no tenía idea de cómo iba a lograr que  adquirieran aprendizajes nuevos en la escuela y aparte cuidar de su integridad física, al recordar esos momentos veo que los sobreprotegía pues no quería tener ningún accidente con ninguno de ellos, el hacer eso no favorecía su autonomía.

Ese primer año me sirvió para darme cuenta que no había herrado el camino, pero que tenía mucho por aprender, asistí a varios cursos y talleres que me apoyaron para lograr que mejorara en gran medida mi forma de enseñanza, aunque me costó mucho trabajo.

El siguiente atendí al grupo de segundo año, grado que tuve por nueve años, lo que más me ha ayudado para ir mejorando en mi forma de enseñanza es que a partir de que ingresé al bachiller no he dejado de estudiar, el confrontar la teoría con la práctica hace que poco a poco vaya encontrando respuestas a las interrogantes que siempre surgen en cuanto a cómo es que se debe enseñar a los alumnos.

En el ciclo escolar 2008-2009 me dieron el cargo de director frente a grupo, al inicio estaba muy nerviosa pues el tener la responsabilidad de lograr que todo en la escuela marche adecuadamente es más difícil que el hecho de tener a cargo a un grupo de alumnos, también por el hecho de toda la responsabilidad que implica el llenado correcto de documentos; este cargo me ha dejado muchas satisfacciones personales (aunque no económicas) pues en la escuela se vive un clima de respeto entre las docentes así cómo con los padres de familia.

Ahora que analizo cómo ha cambiado mi vida desde que ingresé a la docencia llego a la conclusión que no pude elegir otra profesión mejor, pues esta labor me ha hecho mejor ser humano, y siento que eso se ha logrado por el gran cariño que demuestran cada día hacia mí los alumnos que hasta ahora han pasado por mi aula, sólo espero que yo en ellos también haya sembrado cosas positivas, pues me doy cuenta que al inicio por mi inexperiencia tuve muchas fallas y por eso quiero seguir preparándome profesionalmente para estar al día en cuanto a la forma correcta de orientar a mis alumnos en su proceso de enseñanza.

El ingreso a la maestría ha favorecido que reconozca mis fortalezas, así como las debilidades que aún presento en mi labor docente, mi reto es convertir esas debilidades en fortalezas, con el apoyo de todas las personas que están a mi alrededor en esta etapa de mi vida profesional.